Hace tres años que La Tierra Media: Sombras de Mordor llegó para convertirse en una de las primeras sorpresas de la presente generación. Aunque se tomaba demasiadas licencias creativas a la hora de ambientarse en el universo ideado por J.R.R. Tolkien, lo cierto es que el título convenció a buena parte de los jugadores, incluido a un servidor. Puede que dejándome llevar por la emoción del momento, valorase aquella propuesta sin pararme a pensar con detenimiento en lo reiterativo de su planteamiento jugable, algo que se repite en la obra que nos ocupa. La Tierra Media: Sombras de Guerra, continuación directa del juego de 2014, llega a PS4 y otras plataformas con el planteamiento del «más y mejor» como principal atractivo, recuperando la trama de venganza protagonizada por Talion y Celebrimbor.
Monolith Productions se vuelve a encargar de un desarrollo que olvida la condición intergeneracional de la primera entrega para intentar sacar todo el provecho posible a las plataformas actuales, aportando algunas novedades jugables a la franquicia. Todo ello mientras aprovecha la visión cinematográfica de Peter Jackson para crear un producto derivado de El Señor de los Anillos notable en su conjunto. El estudio norteamericano vuelve a caer en los errores del pasado, aunque es evidente que quienes disfrutasen del título original encontrarán en este Sombras de Guerra una propuesta muy a tener en cuenta.
A la caza del Señor Oscuro Sauron
La trama de La Tierra Media: Sombras de Guerra arranca justo donde terminó la de Sombras de Mordor. Tras una serie de acontecimientos, Talion y Celebrimbor persiguen la idea de crear su propio ejército de orcos, organizados para la ocasión en tribus y en varias clases, para intentar asaltar los dominios de El Señor de la Tierra Tenebrosa, cruzando su historia con la de otros personajes, algunos de ellos sacados de la chistera y otros ya conocidos por los habituales del mundo ESDLA. Como de costumbre, no quiero ofrecer más detalles sobre la trama para que la podáis descubrir por vosotros mismos, aunque la narrativa de la obra y la historia no sean precisamente el punto fuerte de la propuesta.
Lo nuevo de Monolith se estructura en torno a una serie de mapas con sus propias características y misiones, con una fortaleza central custodiada por un terrible Señor y sus acólitos, entre los que descubrimos capitanes y caudillos de todo tipo. Nuestro objetivo básico no será otro más que el de asaltar dicha fortaleza para intentar sumarla a nuestra causa, aunque por el camino nos vamos a cruzar con coleccionables, misiones secundarias y bastantes retos como para mantenernos ocupados durante un buen puñado de horas. Puede que La Tierra Media: Sombras de Guerra sea algo confuso durante sus primeros compases para los que no jugaron al título original, puesto que la sobreinformación de esos primeros instantes necesita un tiempo extra para poder ser asimilada.
Una vez hecho a la idea, y sabiendo que el prólogo y el primer acto del título funcionan a modo de introducción, descubro que Sombras de Guerra mejora el Sistema Némesis del original y apuesta por unos ingredientes RPG algo más tradicionales, con la posibilidad de subir de nivel y mejorar los atributos de Talion y Celebrimbor. También es posible recoger mejor equipo y añadirle gemas con diferentes potenciadores para convertir a El Señor de la Luz en toda una bestia capaz de aniquilar orcos y otras criaturas en base a un sistema de combate que no ofrece muchos cambios con respecto al de Sombras de Mordor, que recupera elementos como Última Oportunidad y saca provecho a las habilidades espectrales del elfo. Dominar orcos para sumarlos a nuestro ejército resulta imprescindible, así como hacer lo propio con diversas bestias (incluidos dragones) permite que nos desplacemos más rápidamente por el entorno.
Todo lo anterior me ha llevado a pasar mucho tiempo visitando diferentes menús, repasando objetivos en el mapa y escudriñando el mejor equipo posible. El ritmo general de La Tierra Media: Sombras de Guerra no es constante y cae en una sensación de repetición que le resta algo de atractivo. Llegar a un nuevo entorno, escalar torres para obtener puntos de viaje rápido, encontrar los coleccionables, dominar capitanes y planificar el asalto a la fortaleza del lugar forman el pan nuestro de cada día en Mordor. No siempre es gratificante intentar dar caza a un enemigo, las consecuencias directas de nuestras acciones no se dejan notar más allá de en puntos concretos y la incombustible presencia de orcos puede hacer que un combate épico se convierta en algo ridículamente concurrido. Tanto o más que los inexplicables desplazamientos de Talion hacia lugares que no deseamos derivados de la imposibilidad de fijar nuestro objetivo de forma manual.
Más allá de lo jugable, La Tierra Media: Sombras de Guerra vuelve a tomarse licencias tan inesperadas como la de dotar de cuerpo de mujer a Ella-Laraña, así como otras cuestiones que los puristas del universo Tolkien verán con el entrecejo fruncido. Los personajes humanos son medianamente interesantes, aunque Talion sigue teniendo menos carisma que un plato de acelgas. Curiosamente, encontramos que uno de los secundarios más destacados es Brûz, nuestro primer aliado orco importante, una bestia sedienta de sangre capaz de soltar un chascarrillo en el momentos más inoportuno. Como decía antes, la historia de Sombras de Guerra tiene poco fuelle, haciendo las veces de excusa para plantear toda la obra.
Sombras de Guerra llega notablemente localizado al español, con un buen doblaje, una banda sonora digna y un acabado sonoro que acompaña toda la aventura de La Aparición con solvencia. Monolith ofrece un título con empaque, continuista en sus formas pero con añadidos jugables que le dan un toque estratégico muy a tener en cuenta. Hay situaciones que no están bien resueltas y algunos puntos negativos del título pueden echar para atrás a los menos pacientes o a quienes busquen un mundo realmente abierto y libre, pero la franquicia La Tierra Media se reafirma como un espectáculo notable en el que cada enfrentamiento con el enemigo es diferente, aunque al final se caiga en la repetición de tareas. Quienes lo pasaron en grande con el anterior quedarán más que satisfechos, mientras que los que antes no sintieron interés en este viaje al interior de Mordor tampoco lo van a sentir ahora.