Análisis Inside

Antonio López · 29 diciembre, 2018
Playdead nos regala una nueva muestra de creatividad nórdica

Seis años han pasado desde que el estudio Playdead sorprendiera a propios y extraños con su ópera prima, un título que casi desde su mismo lanzamiento pasó a ser considerado de culto y que, aún a día de hoy, sigue generando debate entre los aficionados al ocio interactivo. Limbo marcó el camino de estos daneses, antiguos miembros de IO Interactive, que optaron por dejar de lado los grandes presupuestos para dar rienda suelta a su desbordante creatividad. Tras su estreno en Xbox One y PC llega a PS4 su segunda propuesta, Inside, una obra cargada de simbolismo, capaz de plantear al jugador algunas cuestiones que van más allá de su propuesta jugable.

A diferencia de otros estudios o desarrolladores independientes, estrellas de un único éxito incapaces de volver a repetir un juego como el de su debut, Playdead demuestra que con paciencia y mimo se puede ofrecer un título que, al igual que Limbo, está destinado a ser recordado por mucho tiempo. La aparente sencillez de su apartado técnico y jugable esconde una aventura tan misteriosa como asfixiante, con una narrativa que deja al jugador sacar sus propias conclusiones. Aunque lo nuevo del estudio danés necesita ser jugado, vamos a intentar desgranar sus virtudes en el siguiente análisis.

Inside prescinde de menús o introducciones que pongan al jugador en situación. En su lugar nos presenta al pequeño protagonista sin rostro de forma directa, dejando de lado cualquier tipo de explicación que nos indique cómo ha conseguido llegar hasta ahí. Lo que parece evidente es que está huyendo de algo y nuestra misión desde el primer instante será la de acompañarlo en su extraño viaje por un mundo que parece destrozado y en el que casi cualquier elemento puede acabar con su vida.

Playdead apuesta así por un planteamiento similar al de Limbo, con un personaje sin nombre introducido de forma abrupta. La gran diferencia es que en su ópera prima acompañábamos al protagonista desde lo que parecía ser el inicio de su aventura y en Inside parece que lleva tiempo huyendo. O, al menos, eso es lo que podemos interpretar. Uno de los grandes alicientes que presenta el título es el de dejar al jugador pensar lo que quiera. No existe ninguna explicación, no hay ningún indicador en pantalla. Los hechos simplemente se suceden de forma natural. Al llegar al final de la aventura, seremos nosotros los que saquemos las conclusiones e interpretemos la historia que Playdead nos ha querido contar.

En términos puramente numéricos, Inside puede alcanzar las cinco o seis horas de duración, aunque es posible terminarlo en un par de horas. La experiencia de juego que plantea el estudio danés no podría ser más larga aunque quisiera, dejando la puerta abierta a una segunda vuelta en la que descubrir todos los secretos o ese final alternativo que puede dejarnos aún más tocados que el original. La unión de plataformas, scroll lateral y puzles funciona mucho mejor que en Limbo, requiriendo del jugador un poco de complicidad, pero no una exigencia en ocasiones demencial como sucedía en su primer juego. En Inside no hay que buscar el momento exacto en el que realizar una acción, las incógnitas se resuelven de manera natural (lo que no quiere decir sencilla) y el constante avance de nuestro protagonista resulta siempre satisfactorio.

Lo más interesante en este aspecto es lo accesible que resulta la propuesta desde un punto de vista jugable, lo que permite a cualquier tipo de usuario curioso descubrir esta perturbadora aventura. Y es que otro de los grandes aciertos de la obra es su propio imaginario, capaz de crear un mundo tan grotesco como la mordida de un perro rabioso o algo tan entrañable como unos pollitos que parecen querer jugar con el protagonista. Inside es una propuesta de tonos grises y fríos, en la que únicamente el color rojo de la camiseta del protagonista arroja algo de luz.

La fórmula de Playdead resulta más elegante en su segundo trabajo, afinando los elementos jugables que ya funcionaban en Limbo para llevarlos a un nuevo nivel en Inside.

Si bien Limbo apostaba por el blanco y negro sepulcral, en Inside tenemos algunos breves momentos de color que nos permiten descubrir el excelente trabajo de iluminación desarrollado por Playdead. El apartado artístico y creativo de la propuesta es de los que dejan huella. La sencillez de su puesta en escena no hace más que dejar constancia del buen hacer de los daneses en este aspecto. Inside utiliza el motor gráfico Unity para dar vida al planteamiento artístico del juego en el que destacan los diseños minimalistas de los entornos, las excelentes animaciones de los diversos personajes y entes que aparecen en pantalla o las macabras muertes que presenciamos si fracasamos en un determinado momento.

Inside narra su historia sin diálogos, cinemáticas o recursos de índole similar, aunque las pocas palabras que vemos en el menú de pausa nos llegan traducidas al español. La propuesta de Playdead es minimalista en todos los aspectos, aunque también destaca el gran uso del sonido y de la música que hace en momentos puntuales. La banda sonora de Martin Stig Andersen encaja a la perfección con toda la propuesta, acompañando sutilmente a nuestro protagonista, con momentos de mayor énfasis cuando lo requiere la situación. El uso de sintetizadores y algunas referencias al cine de terror de serie B de los años 80 hacen el resto.

Tal y como destacamos al principio de este texto, Inside es un título que debe ser jugado. Evidentemente no se trata de una propuesta para todo tipo de paladares, por lo que sólo aquellos capaces de dejarse llevar por el planteamiento de Playdead terminarán disfrutando de esta maravilla artística y conceptual. Todo encaja a la perfección en la obra, confirmando el buen estado de los daneses y su desbordante creatividad. Más allá de grandes nombres, franquicias millonarias y juegos promocionados a bombo y platillo, Inside demuestra que es posible seguir apostando por la innovación (o la consecución de una fórmula mejorada si tenemos en cuenta Limbo) y la personalidad propia. Obligado e imprescindible.

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