No nos engañemos, Guerrilla Games nunca ha sido un estudio que despertara pasiones desmedidas al anunciar un nuevo título. Más bien, lo que se palpaba en el ambiente era el anhelo de que alguna vez dieran con la tecla, y no precisamente la garantía que ofrecía el anterior trabajo realizado. Killzone 2 estalló antes incluso de tan siquiera empezar a existir por un tráiler desmesuradamente adornado en el E3 de 2005, que más tarde devino en un juego mediocre, pero meritoriamente bonito, incluso en comparación con lo que aspiraba a ser. Después de aquello, el resto de entregas de la saga tampoco es que llegaran nunca a destacar, siendo Killzone: Mercenary en PlayStation Vita el único juego realmente remarcable en la trayectoria del estudio holandés.
Todos estos precedentes hicieron que recibiera el anuncio de Horizon Zero Dawn de forma fría, recelando del resultado final de un primer vistazo que era ciertamente atractivo; aunque ya hemos visto que esa situación no era nueva con Guerrilla Games. Fui de los primeros en verlo en una sesión privada en Los Ángeles (2015), y a pesar de que me llamó la atención, pronto lo dejé de lado en mis pensamientos. Hasta ahora. Porque, adelantándome a toda la justificación posterior, Horizon Zero Dawn es un juego que me ha quitado prejuicios y me ha convencido por lo que realmente es, a base de argumentos tan potentes como la solidez de su narrativa, el buen funcionamiento de su jugabilidad y un apartado técnico tan soberbio como pocas veces se ha visto en estos últimos años. Los holandeses me han demostrado que son capaces de cosas grandes, que pueden crear universos carismáticos de verdad y heroínas triunfantes como la propia Aloy.
La Tierra después del hoy
Ayudó mucho a esas conclusiones finales un inicio de aventura de los que enganchan, de los que estrechan lazos con el usuario, y que se convierten en el pasaporte perfecto para desear ir atravesando las siguientes fases de la historia. Pocos estudios hoy en día llegan a satisfacer en esos primeros instantes que son extremadamente importantes para poder luego devorar las horas posteriores, y que en el caso de Horizon Zero Dawn llegan a sobrepasar holgadamente la treintena. Con eso, una humanidad venida a menos tras llegar al culmen tecnológico, una chica repudiada por su propia tribu y enemigos metálicos por doquier son ingredientes perfectos para que después de la primera hora de juego uno quiera saber más, por encima incluso de las ganas de coger el arco y las flechas y ponerse a disparar.
El juego de Guerrilla Games consigue despertar el interés de esta manera, con una historia postapocalíptica y de ciencia ficción que sabe contarse muy bien. La dicotomía entre una serie de tribus o sociedades ancladas en la edad de hierro, con esas bestias metálicas y un mundo antiguo y de alta tecnología bajo sus pies, sabe aprovecharse totalmente tanto a nivel narrativo como también a nivel jugable. No solo los interesantes personajes principales y secundarios son la correa de transmisión de toda esta historia, sino que los (en otros juegos molestos) coleccionables sirven eficientemente para explicar el cómo, el cuándo y el por qué, y seguir manteniendo muy alta así la curiosidad.
También Aloy ayuda mucho a que se cree esta situación. Por desgracia, no es habitual ver protagonistas que muestren la personalidad de esta guerrera, que solo con su aparición en este primer título y con la historia que se cuenta, pasa automáticamente a convertirse en un nuevo icono PlayStation como lo pueda ser el mismísimo Nathan Drake. Además, el sistema de diálogos, que permite tomar decisiones con consecuencias posteriores y responder con una determinada actitud, sirve perfectamente para forjar la heroína que se quiera: más visceral, más empática o más reflexiva.
Sorprendentemente, lo que menos brilla de Horizon Zero Dawn son estas tareas optativas. Y digo sorprendentemente no porque sean malas, al contrario, sino porque las principales exhiben un gran nivel. Eso sí, en líneas generales son mucho más variadas que lo que se ve en la mayoría de juegos; e incluso beben de todo lo bueno que hizo CD Projekt en The Witcher 3: Wild Hunt en este sentido, con microhistorias en muchas de ellas. Sin embargo, pasadas las primeras horas uno se da cuenta de que suelen seguir una estructura similar la mayoría. Lo bueno es que no solo hay misiones secundarias, sino que también hay retos de caza, objetos que coleccionar, asentamientos de bandidos que despejar y guaridas de enemigos que investigar.
A la caza del metal
En estos quehaceres, tanto principales como alternativos, es donde aparece uno de los pilares más importantes del juego: el sistema de combate. No por el hecho de disparar con un arco o un tirachinas, o por la posibilidad de poner trampas, sino por la estrategia que hay que seguir para poder llegar a sobrevivir. Horizon Zero Dawn es un juego que guarda un gran componente táctico en su interior, y que no se limita solo a darte herramientas para que puedas acabar con tus rivales. La mayor virtud de todo el juego al final es el ciclo de estudio del enemigo y su posterior caza, que hace que el jugador exprima al máximo todos los recursos ofensivos que el juego le proporciona.
Aquí entra en liza el modo detective, ese gran regalo que hizo Rocksteady con Batman Arkham Asylum. En este juego se le dota de una nueva dimensión, ya que el llamado Foco se vuelve fundamental para averiguar las debilidades de las bestias eléctricas. Con más de 30 especies diferentes, sin una herramientas como ésta que indique los puntos débiles, las partes inflamables o las zonas que inmovilizan al rival, sería más complejo aún derrotar a gigantes de hierro con solo palos y piedras.
Porque Horizon Zero Dawn no es un juego sencillo. No al menos si entendemos como sencillez el hecho de apenas morir ninguna vez en un nivel de dificultad estándar. Lo bueno de que el juego ofrezca el uso de la estrategia como el camino para vencer es que pone las cosas lo suficientemente complicadas como para que así sea. La inteligencia artificial de los animales de hierro es convincente y su resistencia destacable, con lo que refuerza más si cabe todo lo anteriormente comentado. Lástima que los enemigos humanos, a los que se les presupone más intelecto, sean en cambio los rivales más atontados del juego, porque además rompen con su comportamiento una sensación de armonía que acompaña durante toda la partida.
La evolución de Aloy
Pero Guerrilla Games no se ha limitado solo a ofrecer todo esto, sino que además dispone de un sistema de evolución al más puro estilo RPG. Tal vez la comparación más obvia sea la de la saga Far Cry en sus tres últimas entregas, pues con cada misión completada o con cada enemigo abatido Aloy irá acumulando experiencia que le servirá para desbloquear habilidades clave para superar retos venideros mucho más complicados. Esta analogía coge fuerza sobre todo por el sistema de recolección, mejora de equipo y crafteo, pues Horizon Zero Dawn exige que nunca se deje de recoger recursos naturales o partes de los enemigos caídos para desarrollar todas las herramientas y capacidades que tiene Aloy.
La belleza de un mundo sin dominio humano
Si hubiera que designar a otro protagonista además de la propia Aloy, ese sería el escenario en el que lucha por sobrevivir. Esta Tierra futura gobernada por las máquinas sorprende por lo bien concebida que está en su estructura, pero también por la variedad de lugares diferentes que alberga. No es solo que se alterne bien entre una montaña nevada, un árido desierto o una selva frondosa, sino que además se combina de manera excelente con los restos de la antigua civilización y el nacimiento de la nueva. El mundo de Horizon Zero Dawn se redescubre a cada nuevo paso que se da, y esa sensación de sorpresa que se mantiene hasta llegar al final es algo extremadamente valioso hoy en día, donde justo ese factor desaparece por el bombardeo continuo de publicidad.
Guerrilla Games ha conseguido lucirse en este campo con iluminación y texturas impresionantes, y un cambio meteorológico soberbio que, por poner alguna pega, cambia con tal rapidez que por segundos saca a uno por completo de la inmersión que produce el juego. También con los personajes y el detalle de sus ropajes (no tanto con sus animaciones faciales) uno se da cuenta de que está frente a un videojuego hecho con mucho mimo, en lo que hasta el más ínfimo objeto ha sido diseñado para que todo cuadre en perfecta armonía. En PS4 Pro el resultado es impecable, con máxima estabilidad y una resolución y un HDR que convierten al juego en una de las obras más bellas de los últimos tiempos. Con PS4 estándar también se disfruta todo en óptimas condiciones, pero es en la revisión de la consola donde se marca la diferencia.
Mención especial merece la localización y el doblaje al español. PlayStation España sigue esforzándose por ofrecer sus juegos más importantes con voces reconocidas, como es el caso de Michelle Jenner, que da voz a Aloy de manera impecable. Pero también con colaboraciones como la de Dafne Fernández y el resto de actores que consiguen que el juego hable en nuestro idioma. Lástima que se produzca desincronización labial en alguna que otra ocasión, y que la banda sonora del juego, aunque cumple sobradamente, no pasará al recuerdo.
El aire fresco de una nueva propiedad intelectual
Guerrilla Games ha demostrado que a esta generación le faltan nuevos universos, nuevos héroes y heroínas, además de nuevos enemigos a los que derrotar. Horizon Zero Dawn es un soplo de aire fresco por ello y por superar las expectativas depositadas, que no eran pocas. Además, se consigue combinar la excelencia de lo técnico con lo adictivo de lo jugable, algo que siempre es digno de celebrar.