París abandonada, un nido en el campanario de Notre Dame y un montón de actividades y carreras. Ubisoft parece reciclar de sus Assassin’s Creed el mapa de Unity y el esquema sandbox de pruebas repartidas por el mapa, en una gigantesca representación de la ciudad del Sena con sus puntos emblemáticos, el color especial de sus calles y la grandiosidad de su río y avenidas señoriales. A cargo de un pequeño equipo de Ubi Montreal, la misma sede canadiense que hace Watch Dogs 2, este primer juego de la macro compañía francesa para gafas de realidad virtual ha acabado siendo un muy buen producto, a un precio más justo que el de otros, a 39,99 euros, y con buen puñado de horas y manejo digno sin mareos.
Eagle Flight nos propone un arcade de carreras de aves donde la dirección se marca con los giros de cabeza y la velocidad con los controles clásicos de R2 y L2, algo muy sencillo y básico pero que se adereza de pruebas y misiones para hacerse más atractivo y firme, consiguiendo un videojuego bien completo. Llega ahora a PlayStation VR y desde octubre está disponible para Oculus Rift, dejando desde el primer momento, eso sí, la sensación de que hemos comprado un videojuego entero, bien acabado, con sus apartados perfectamente marcados, menús, modos, cinemáticas y configuraciones.
Hace unos días jugué largo y tendido a Robinson The Journey para su análisis, y hace poco a otros tantos títulos de lanzamiento del casco de realidad virtual de PS4. Desde luego, no soy una persona que se maree jugando pero no es fácil encontrar títulos que dejen jugar durante mucho tiempo a todo el mundo, y ha sido una alegría comprobar que Eagle Flight es -al fin- uno de ellos. Su mecánica aguanta perfectamente, no exige giros bruscos, el 3D está bien conseguido y su propio planteamiento lo hace hasta relajante. Pero no sobrevolemos demasiado bajo tampoco, éste es un juego incluso con componente competitivo online y requiere reflejos y movimientos rápidos para sus retos más difíciles y para conseguir las mejores posiciones en las tablas de puntuación mundiales. Pero quería remarcar en este texto que es fantástica la implementación que ha hecho Ubisoft de los controles con movimientos de cuello y la respuesta plena para evitar mareos frecuentes. Obviamente, alguno puede haber…
También Eagle Flight se aleja de la tendencia más lamentable de los juegos de realidad virtual, ésa de que todos los títulos sean tan cortos, poco duraderos, prácticamente demos técnicas que usan una idea, demuestran qué hacer con ella, y despliegan los rótulos de crédito dejando al jugador con ganas de más. Este sandbox de vuelo fácil es bastante más duradero si se quieren completar todas sus pruebas, tanto de la historia central como las secundarias.
Es curioso lo simplificado que está todo en los tejados de esta París tomada por la fauna escapada del zoo y la flora más frondosa: no se anda con rodeos y llama “misiones de historia” o “misiones secundarias” a todos los encargos y cosas que hacer, con la más que prevista repetición de tareas y mecánicas habitual del sandbox (GTA, Assassin’s Creed, Far Cry…) solo que sumando cada vez mayor dificultad e incluso con algún pico de reto que hará que determinados desafíos se nos atasquen. Y casi no hay checkpoints, normalmente se requiere completar cada prueba de principio a fin sin morir estampando al águila en alguna fachada o contra el suelo.
Las pruebas tampoco buscan ningún punto de originalidad o innovación. Pasar por los aros, recoger plumas y otros ítems, ganar a un contrincante en una carrera a toda velocidad o completar un recorrido muy angosto y de obstáculos, como un mercado de callejones o los túneles del metro. Pero poco más, nada que no estemos hartos de jugar en títulos de plataformas, de mundos abiertos e incluso de carreras aracdes, que es lo que en realidad es esto.
Lo bueno de todo, esta vez, viene en que jugamos de forma distinta, con nuestra mirada como puntero, y sintiéndonos dentro de una experiencia muy agradable en términos audiovisuales y que llega a causar vértigo y emociones fuertes con su lograda sensación de altura -por ejemplo desde lo más alto de la Torre Eiffel- y velocidad. Aunque el aspecto gráfico es ligeramente cel shading y de dibujo animado de texturas planas y colores sin brillos, las sensaciones realistas en determinados segmentos están más que logradas. Y eso es, en definitiva, lo que le pedimos a la realidad virtual.
Hay coleccionables y desbloqueos, diversas configuraciones de visionado y ayudas para adaptarse a cada usuario y, lo más importante, modo online. El vasto mapa del juego permite disponer pruebas de carreras y capturar la bandera, aquí traducidas en una búsqueda de la presa y llevada al nido con proyectiles y escudos para enfrentarnos a las otras águilas. Un 3 contra 3 que actúa de modo central del multijugador y que, aunque tiene ese toque fantástico y de shooter por los disparos agresivos, funciona de maravilla y da juego durante partidas, ya sean en línea con el resto del mundo o cerradas con amigos. Sería fantástico que en próximas actualizaciones se aporte algo más de contenido al online, aunque no parece que vaya a ser así dado el tratamiento general del producto, muy básico, ya completo y al grano, como decía.