En más de una ocasión hemos hablado largo y tendido de la crisis creativa que sufre la industria japonesa en algunos de sus géneros más característicos. En concreto, el rol en general se ha visto superado en multitud de ocasiones por los estudios homónimos occidentales, estableciéndose éstos como referencia principal en esta serie de juegos. Sin embargo, de vez en cuando se ven retazos de un tiempo pasado que fue mejor, con títulos de la talla de Ni no Kuni: La Ira de la Bruja Blanca que volvían a las raíces del JRPG para tratar de rescatar las virtudes de este género; o los juegos de From Software, tanto Demon’s Souls como Dark Souls, que han marcado un antes y un después en la complejidad de los Action-RPG.
En estas vicisitudes y con problemas a todos los niveles en la mayoría de distribuidoras japonesas, aparecía Dragon’s Dogma de la mano de Capcom a mitad de 2012 para, de nuevo, intentar buscar el éxito en las bases más clásicas que han sustentado siempre a los RPG. De hecho, un poco la prioridad en la forma de jugar se veía representada en lo poco cuidados que aparecían ciertos aspectos, como venía a ser el apartado técnico o una trama argumental que apostaba por la impresionabilidad que podían generar ciertos elementos místicos, en lugar de una profundidad que no existía.
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Con esto, y con un éxito relativo y acorde a lo antes comentado, el juego gozó de un reconocimiento notable por parte de la crítica que veía en las intenciones del desarrollo una propuesta sumamente atractiva y bien llevada a cabo. La variedad de armas, el buen funcionamiento de las clases, sus correspondientes habilidades, el uso de los objetos y, sobre todo, la variedad y multitud de misiones secundarias, hacían de Dragon’s Dogma un título bien equilibrado y que garantizaba horas y horas de diversión a raudales.
Sin embargo, los periplos del Arisen no acabarían justo en aquella aventura, pues poco se tardó en anunciar una expansión que saldría a la venta junto al juego inicial en lo que se ha acabado conociendo como Dragon’s Dogma: Dark Arisen. Una edición completa que incluye una nueva aventura en el mismo disco al reducido precio de 29’95€. Un motivo más para seguir disfrutando de estas opciones de juego ampliando adecuadamente ciertas características, pero cambiando el marco escenográfico para transmitir la sensación de una adición que se presenta como total complemento a lo ya visto.
Sin más motivo aparente que cierta escena de vídeo que nos induce a acercarnos a investigar al pequeño puerto pesquero de Cassardis donde se daban lugar los primeros acontecimientos de Dragon’s Dogma, dará comienzo una aventura alternativa que no poseerá mayor motivación para adentrarnos en ella que el simple y enigmático diálogo con una mujer que otea el horizonte del mar que se extiende ante ella. Olra nos invitará a aceptar una misión que nos llevará a tierras desconocidas, en la misteriosa isla de Bitterblack donde tendrá lugar toda la historia perteneciente a dicha expansión.
El asunto de la historia, su peso y las herramientas argumentales de las que se hace uso en este juego nunca han representado una vertiente trabajada que insuflara un extra de valor a todo lo que conformaba su conjunto. Casi más que el mediocre acabado gráfico se echó en falta una historia cautivadora, o al menos una marcada personalidad en aquellos seres que nos rodeaban, pero sobre todo en nosotros mismos. El riesgo de difuminar el carácter del protagonista suele estar en que el resto de actores de nuestro alrededor compense de alguna manera esa carencia, viviendo a través de ellos los sucesos que se vayan sucediendo encada ocasión. Esto ni ocurría entonces ni ocurre ahora. Tal vez por asuntos jugables como la existencia de los peones, o tal vez por decisión propia en el desarrollo, pero lo cierto es que sigue siendo un elemento que lastra significativamente la columna del “debe” y que se presta a ser revisado para futuras e hipotéticas entregas futuras.
En cambio, un elemento tan poco cuidado a veces como es la contextualización sí gozará de un nivel bastante alto en todos los aspectos -a excepción del ya antes nombrado pobre acabado gráfico-. El hecho de que las texturas o los modelados de los personajes no tengan la calidad que sí podemos ver en juegos de todo tipo a estas alturas de generación, no significa que no se pueda alabar un apartado artístico y sonoro que revela un concienzudo trabajo a la hora de dar sentido y personalidad al lugar en el que vamos a estar peleando durante muchas horas.
Esto se debe no sólo al carácter de cada uno de los elementos que sirven de atrezzo o a la propia naturaleza de la misteriosa isla, sino también a la cantidad de objetos que pueblan ahora el recorrido. Dragon’s Dogma aquejaba de ciertos problemas en la cantidad de objetos que podían ir poblando el avance. Seguramente la importancia del mundo abierto fuera la causante de esta sensación pero, fuese como fuere, esta vez ocurrirá todo lo contrario, encontrando en cada una de las habitaciones, salas y zonas en general una riqueza bastante elevada que otorga fuerza a la fachada general que acaba luciendo esta expansión.
A ello también ayuda la imponente pose de ciertos enemigos que nos dejarán la boca abierta dado su aspecto y comportamiento, un hecho que no supone un cambio drástico con respecto a lo visto anteriormente, pero si afianza una de las virtudes que poseía el juego original. Y en la misma línea además actúan los efectos de sonido, de nuevo importantes en la ambientación de la aventura. Pero si hay algo que destaca sobremanera en esta vertiente es una banda sonora que acompaña de manera ideal toda la aventura. La melodía dinámica que impregna cada lugar se podría decir que marcará mucho la percepción que el jugador puede tener de todo lo que acontece en Dragon’s Dogma: Dark Arisen. Además, como novedad podremos optar por las voces en japonés, una opción interesante y que remarca el estilo oriental del juego.
[Break=De Cassardis hacia la Isla maldita de Bitterblack]
Justo en la ambientación, el contexto y el escenario es donde se produce un cambio que va más allá de la nueva localización que se nos propone. Si con Dragon’s Dogma teníamos acceso a todo un mundo abierto de tiempo cambiante y vasto en extensión, lo que nos ofrece Dragon’s Dogma: Dark Arisen en Bitterblack es un escenario mucho más cerrado que juega con los pasillos, las trampas y la estructura laberíntica e intrincada para dar mucha más complejidad al recorrido. Esto hace que cambie el desarrollo drásticamente, incentivando más aún una estrategia que es casi inherente a todo subgénero RPG.
Esto convierte a esta fase del juego en casi un dungeon crawler con perspectiva en tercera persona. La esencia de la exploración y la lucha en ambientes muy cerrados logra alcanzar su máxima expresión durante las aproximadamente más de 20 horas que nos podrá durar la aventura en la isla maldita de Bitterblack. Este cambio casi de concepto ya da de por sí personalidad propia y única que garantiza un disfrute algo distinto a lo visto hasta ese momento, pues la estructura esquemática de los lugares que atravesemos nos hará plantearnos de antemano la forma de actuar. Un hecho que se vía en ocasiones en Dragon’s Dogma, pero que ni mucho menos suponía la tónica habitual, como sí ocurre esta vez.
Podríamos decir que en este punto reside casi el cambio más drástico, ya que lo demás corresponde en mayor o menor medida a puros añadidos de una serie de elementos ya existentes en los que se intenta ahondar algo más. Dragon’s Dogma: Dark Arisen incluye con respecto a su antecesor más armas, más armaduras, nuevos objetos, diferentes clases de enemigos y una mejora en la personalización de los Peones que hace algo más complejo y amplio una de las mayores virtudes e innovaciones que atesoraba aquel juego original.
Muchos de estos objetos aparecerán mancillados por una maldición que impedirá su uso. Sin embargo, deberá ser una constante recurrir a Olra par que pueda purificarlos a cambio de un módico precio, pudiendo así acceder a las funciones plenas de cada herramienta. Esto provocará la necesidad de buscar a la misteriosa mujer bastante a menuda para aprovechar el potencial de todos estos nuevos objetos. Una variable más al fin y al cabo que habrá que tener en cuenta cuando planteemos cada nuevo recorrido.
Uno de esos objetos añadidos, o al menos modificados en la concepción serían las piedras de teletransporte. Para evitar caer en la frustración de recorrer grandes distancias en un escenario tan curioso, la limitación desaparece para dar paso a un uso mucho mas adaptable que facilite el recorrido por el laberinto que supone toda la estructura inferior de Bitterblack. Aunque sería conveniente no abusar de esta comodidad, pues la dificultad en ocasiones será tan destacada como la que pudimos ver en esos títulos de From Software que nombrábamos al principio, fiel reflejo sobre todo de la influencia que ocasionan en esta expansión en particular. Por ello renunciar a hacer acopio de ésta no siempre será la mejor opción, ya que necesitaremos toda la que sea posible para superar los retos más difíciles.
Y es que evidentemente no podremos acceder a esta isla con un nivel que no vaya acorde con la exigencia del desafío. Ademas de haber entrenado concienzudamente a nuestro personaje y a su Peón deberemos seguir almacenando puntos te experiencia en todo momento para poder superar retos mayores que vendrán después. En concreto, ciertos enemigos con más galones que las simples criaturas que pueblan la isla nos pondrán en más de un aprieto, exigiendo una gran potencia en los atributos por un lado, mientras que por el otro la planificación de la estrategia será fundamental para encontrar la debilidad del contrincante a derrotar.
Esto podrá provocar frustración, enfado o incluso puede desembocar en desidia. Pero es que aquí reside una de las mayores virtudes y motivo principal de extensión de la historia. Morir consecutivamente en cierto punto nos hará plantearnos preguntas acerca de cuál ha sido el fallo cometido para no haber superado alguna situación, repercutiendo a posteriori en batallas futuras para las que logremos prepararnos de una mejor manera. Como todo RPG hay diferentes caminos para poder derrotar a un enemigo, aunque seguramente la mezcla entre volver a atrás y subir de nivel para luego plasmar además una estrategia mejor, será la mejor de todas.
Pero para echarnos una mano, junto a este contenido también vendrán incluidos cien mil cristales de falla que servirán para contratar peones que nos puedan ayudar para una determinada pelea, pero también para poder habilitar el acceso a ellos. Esto quiere decir que por el mapa habrán esparcidas piedras de fallas rotas que requerirán de un buen puñado de esos cristales para poder ser reparadas. Un elemento un tanto estratégico que si no se entiende desde un primer momento puede llegar a crear más de un problema. Al final conforma un guiño más a la estrategia y resalta la importancia de nuestros aliados en combate.
A ellos además corresponde una de las últimas referencias. La buena idea de su implementación general sigue cojeando en el aspecto básico de la inteligencia artificial, que no ha sido tocado en ningún momento. Una mala noticia por ser ya conocida y referente el título principal, pero que sin ella se hubiera alcanzado una jugabiliad de un nivel muy elevado. Pese a todo, los añadidos y el refuerzo a esta faceta no resta, al contrario. Se plasma una base fuerte desde la cual construir la aventura y que se puede disfrutar aprendiendo a convivir con estas pequeñas imprecisiones.
[Break=La mejor forma de volver a Dragon’s Dogma]
Dragon’s Dogma: Dark Arisen acaba constituyendo una expansión que es fiel a los cánones más habituales que se siguen para poder llevar a cabo una ampliación de estas características. Además de todo lo anteriormente comentado, algo básico como importar al personaje de la partida del juego original a esta edición completa será posible, con lo que los que hayan invertido mucho tiempo en la aventura inicial podrán adentrarse en ésta con todo el anterior progreso intacto.
Para terminar, las últimas añadiduras se corresponden con un nivel de dificultad mayor a elegir y un modo contrarreloj que nos retará a completar la partida en el mejor tiempo posible. No son extras demasiado generosos ni determinantes, pero ahí están para ofrecer alguna variante distinta para los jugadores que deseen un reto aún mayor que el propuesto por la propia historia.
Un conjunto de mejoras en definitiva bien llevadas a cabo, que ahondan en virtudes y que ofrecen alternativa de juego a lo ya antes visto. Todos aquellos que disfrutaron de la primera aventura lo harán con b]Dragon’s Dogma: Dark Arisen[/b], y quienes no llegaron a disfrutar de aquel título tienen en esta edición completa la mejor oportunidad para descubrir los periplos del Arisen en todo su vasto potencial.