Hace cinco años, Capcom lanzaba al mercado su nueva propuesta de juego de rol y acción. Dragon’s Dogma buscaba hacerse con un nuevo público ofreciendo ciertas mecánicas de multijugador asíncrono bastante llamativas y dragones, que siempre quedan bien en un juego de rol. Ahora, la compañía lanza de nuevo el juego, remasterizado para la nueva generación de consolas, en la que se incluye la expansión Dark Arisen, que ya pudimos disfrutar en su momento.
La historia de Dragon’s Dogma es, si nos paramos a pensarlo, algo que parece cosa del guionista de Dragonheart. Un dragón, una antigua amenaza, ataca un pueblo costero y nuestro personaje decide hacerle frente. Obviamente, la cosa no termina especialmente bien y el lagarto sobrealimentado nos quita de en medio rápidamente. Sin embargo, la criatura decide arrancarnos el corazón… pero misteriosamente seguiremos con vida, cumpliendo con la profecía del Arisen, destinado a derrotar al monstruo.
Cosillas del pasado
La principal mecánica que busca dar personalidad al juego es el sistema de peones. Los peones actúan como los acompañantes de cualquier otro juego de rol, sin más. Ahora bien, su particularidad, que es donde entra en juego el multijugador asíncrono mencionado al principio. Podemos «contratar» los peones de otros jugadores para que se unan a nosotros, siempre que tengamos suficientes puntos para ello. Obviamente, si conseguimos reunir la cantidad necesaria para hacernos con un peón de alto nivel, la tarea se facilita de forma notable.
Y, en esencia, ya está. Esta es toda la originalidad y personalidad que ofrece Dragon’s Dogma. Los peones serán tus acompañantes controlados por la IA, a los que podrás dar órdenes genéricas y que irán «aprendiendo» a medida que luchen, pero por lo demás no se diferencian de los de cualquier otro RPG.
El resto del juego se desarrolla como uno esperaría de cualquier título de índole similar. Tenemos tres clases iniciales: Guerrero, Strider (arquero/bandido) y Mago. Cuando hayamos avanzado lo suficiente podremos hacerlas evolucionar o incluso cambiarlas y cada una cuenta con sus propias habilidades para usar en combate. Un combate en el que la ausencia de un botón que nos permita fijar el objetivo da bastantes problemas a la hora de luchar, sobre todo teniendo en cuenta que la cámara no ayuda demasiado en zonas que por ejemplo sean frondosas, con mucha vegetación. La palabra, en general, sería «poco apetecible». Sin duda, cuando lleves bastantes horas te haces con la manera de disfrutar de los combates, pero al compararlo con cualquier otro juego del género más actual no termina de invitar a su disfrute como me hubiera gustado.
Vamos a la parte interesante: la remasterización en sí misma. La verdad es que los cinco años pesan muchísimo en lo que se refiere a texturas y sobre todo, animaciones. Las secuencias de vídeo, que usan el mismo motor del juego, son buenas en su concepto, en especial las que sirven para presentar a los jefes finales, siempre bastante imponentes y de tamaño colosal. Pero resultan poco creíbles a estas alturas. Siendo totalmente justos, no hablaré en ningún momento de «malas», sólo «desfasadas».
La estabilidad de la tasa de imágenes no es absoluta, al menos corriendo en una PS4 estándar. Si bien no es algo que suceda de forma constante (y curiosamente, tampoco en momentos en los que haya mucho movimiento en pantalla), he sufrido alguna que otra caída de frames imposible de ignorar. Puede que esto se deba a algún problemilla menor que se pueda solucionar con un parche, ya que como digo parece darse sólo bajo circunstancias muy concretas y espero que esto se solucione con una actualización, posiblemente de lanzamiento.
Durante esta generación se han puesto a la venta suficientes ARPG, tanto occidentales como japoneses, como para que Dragon’s Dogma vaya a tener las cosas fáciles para llamar la atención. Si ya lo habéis jugado, sabéis perfectamente lo que hay. Si no lo habéis jugado… realmente podéis permitiros esperar un poco, porque la fecha de lanzamiento tampoco ha sido muy bien escogida. Octubre es posiblemente el mes más fuerte de 2017 y este título pasará desapercibido entre los grandes estrenos del mes.