Hace casi un año que Dragon Quest Builders se puso a la venta en Japón. La saga, de gran popularidad en tierras niponas, nació como un JRPG de ingredientes clásicos, tremendamente reconocibles, hace 30 años. En estas tres décadas de historia, la franquicia ha coqueteado con bastante éxito con otros géneros, como el musou, algo que pudimos comprobar con Dragon Quest Heroes hace varios meses. La marca se adapta ahora a lo que podríamos denominar como RPG de construcción, una propuesta que se nota influenciada por el éxito de Minecraft y que da como resultado una obra notable, cargada de contenido, con un montón de horas de juego y el siempre delicioso diseño artístico de sus personajes y entornos.
Y lo mejor de todo es que Dragon Quest Builders tiene alma, una personalidad marca de la casa que permite a los seguidores de la saga descubrir montones de referencias y de guiños a los juegos originales. Square Enix ha tardado en traerlo a Occidente porque, a pesar de lo que pueda parecer, Dragon Quest no es una saga superventas en Europa o Norteamérica, aunque cuenta con sus seguidores incondicionales. Los que se atrevan con Builders descubrirán un título adictivo, que bien podría ser la sorpresa más refrescante del otoño. Intentaremos explicar por qué.
Dragon Quest Builders nos lleva hasta el reino de Alefgrado, sumido en la oscuridad por culpa del temible Draconarius y sus tropas de monstruos. La humanidad casi ha desaparecido y ha perdido su habilidad para construir aunque, por suerte, todavía hay un héroe capaz de desarrollar su creatividad constructora. Elegido por la mismísima Diosa, nuestra misión no será otra más que la de reconstruir las principales ciudades de los humanos, dando cobijo a los supervivientes y luchando contra los monstruos que se han hecho con el control del mundo.
Square Enix utiliza esta excusa argumental para meternos en situación y presentar el héroe de la propuesta, al que podemos personalizar levemente al iniciar la campaña. Tras hacernos con los principios básicos de la jugabilidad de Dragon Quest Builders nos veremos libres en un entorno de obligada exploración, en el que iremos recogiendo nuevos ingredientes y aprendiendo nuevas recetas de construcción. Todo con el objetivo de mejorar una base a la que van llegando humanos que buscan refugio y que otorgan misiones y objetivos a nuestro protagonista para que avance la trama principal. Al principio tendremos un espacio limitado en nuestro inventario, pero al conseguir la receta del «cofre colosal» podremos ir acumulando objetos más ampliamente, siendo posible acceder a ellos en cualquier momento.
Esto no significa que Dragon Quest Builders sea una propuesta guiada. Tenemos libertad total a la hora de explorar los cuatro escenarios principales y sus diferentes islas, a las que podemos acceder a través de portales de teletransporte que ganamos al eliminar jefes en los ataques a nuestra base. Una vez terminadas las misiones principales de cada escenario, podemos abandonarlo para pasar al siguiente nivel o mejorar nuestra base hasta donde mejor nos parezca, por lo que la duración del título depende exclusivamente de la forma de jugar del usuario. Siguiendo la historia principal, Dragon Quest Builders se marcha fácilmente hasta las 35 ó 40 horas de duración.
Los monstruos y enemigos que hacen acto de presencia en Dragon Quest Builders van ganando en dificultad al avanzar de zona, aunque no todos nos atacan nada más vernos. Cada mapa cuenta además con los suficientes secretos y desafíos como para premiar la exploración, siendo posible volver a la base en cualquier momento tanto a través del objeto «alas de quimera» como desde el menú, aunque esto nos haga perder algunos objetos por el camino. Square Enix ha tomado prestadas muchas cuestiones de Minecraft (y otras pocas de The Legend of Zelda), pero ha sabido darle el toque de personalidad suficiente a la obra como para que este spin-off sea capaz de tener alma y diferenciarse de la obra de Mojang. Aunque repiten cuestiones como los ciclos de día y noche o la necesidad de comer, Builders sabe llevarlos a su terreno y que no parezcan una simple copia.
Más allá de todos los aspectos jugables, Dragon Quest Builders sorprende por un apartado artístico que saca todo el provecho posible a las creaciones de Akira Toriyama. El diseño de los personajes, humanos o monstruos, rebosa personalidad y, si bien el título de Square Enix está lejos de ser un portento gráfico, se mantiene estable en casi todo momento, con unos agradables 60 fotogramas por segundo. Builders esconde momentos realmente bellos, como los atardeceres, aunque es en su sencillez donde reside todo el encanto de la obra. El aspecto retro de todo el título bebe directamente de los juegos originales de la saga y lo agradable de todo el conjunto convierten la obra de Square Enix en un producto fácilmente asimilable. Las diferencias entre mapas le confieren diversidad y puede que Builders sea el Dragon Quest que más fácilmente cale y guste a los no iniciados en la saga.
[DESTACADO=Los spin-off de Dragon Quest]
Dragon Quest Builders es otro spin-off exitoso de la saga. Square Enix ha creado un título adictivo, accesible y divertido que puede funcionar en Occidente tan bien como la hecho en Japón, al menos en cuanto a su aceptación entre los usuarios. Es cierto que toma muchos elementos jugables prestados de títulos como Minecraft, su gran fuente de inspiración, pero Square Enix sabe darle la personalidad y el alma necesaria como para crear un producto distinto y carismático, aunque también reconocible. Su larga duración y las posibilidades de creación hacen que nos olvidemos de sus problemas y convierten a Dragon Quest Builders una de las sorpresas del otoño. A poco que os atrape la propuesta, pasaréis horas pegados al mando casi sin daros cuenta.