Análisis Dirt Rally PS4

Javi Andrés · 29 diciembre, 2018
Al volante de los creadores del mejor Colin McRae Rally, ninguna curva va a estar mal trazada

Cuando los maestros que condujeron los primeros Colin McRae Rally en la primera PlayStation se vuelven a poner al volante, nada puede salir mal, no hay cabida a frenadas ni derrapes idos de manos. Y así es, Dirt Rally, como veía venir, es lo mejor que le ha pasado al género del todoterreno en muchos años, muchos. Codemasters adelanta por la derecha y deja bien atrás a Sébastien Loeb Rally Evo o a WRC 5 con un ejercicio que ya maravilló a los jugadores de ordenador la pasada Navidad y que ahora en PS4 va a dar otro tanto que hablar. Jugabilidad purísima como la de los mejores, gráficos absolutamente sólidos y sin titubeos, configuraciones tan simplificadas como efectivas, y un multijugador cargado de modos y desafíos como cualquier joya de 2016 requiere. Esto no es solo competición y realismo, esto es emoción salvaje y feeling auténtico. Aquí su lista de volantes compatibles.

Lo dicho, una gran parte del equipo que hizo el para mí imbatible Colin McRae Rally del 98 está detrás de Dirt Rally, y eso se nota en cuanto tomas la primera curva, tenso, y tienes que tirar de freno de mano, con un comportamiento de las tracciones y las ruedas feroz y sin tonterías ni rarezas, pura adrenalina y riesgo no matemáticamente hiperrealista, de esas de simulación aburrida que persiguen otros, pero sí bastante fiel al tacto, a las inercias, a la adherencia, a la diversión y la emoción de conducir por el campo y terrenos complicados sintiendo que tienes el total control y, con ello, plena responsabilidad de tirar todo el progreso al garete. Eso es lo grande de este juegazo, que hace sentir al que tiene el DualShock 4 o el volante entre las manos como nos hacían sentir los mejores títulos de rally, al mismo tiempo que llegamos a sentir tener un vehículo a nuestro servicio y cautela.

La adaptación a las nuevas situaciones, clima, daños o superficies, y esa sensación de que vamos a batir el tiempo récord si aguantamos bien la presión y demostramos habilidad a los mandos sin ayudas tontas son las claves centrales de una jugabilidad donde también hay sitio para las carreras con otros coches molestando nuestra trazada, pero donde lo más atractivo es -curiosamente- la autosuperación y búsqueda de mejores tiempos. No es habladuría rápida, Dirt Rally consigue hacerte desear mejoras y desbloqueos. Otro acierto, desbloqueos; sensación de progreso como antaño y con recompensas, lejos del modelo de Forza o Prohject Cars con todo disponible desde el primer momento para que el novato se pierda a gusto en menús, configuraciones y circuitos. Aquí los coches y los trazados son recompensas de desafíos diversos y hasta retos diarios o semanales.

Pero hay más, claro. Un buen producto de esta disciplina que se tercie tiene la obligación de cumplir con dos premisas: calidad y cantidad homologada. El garaje es portentoso, de eso que no quepa duda con sus más de 40 coches ultra diferenciados de concesionarios como Renault, Mini, BMW, Lancia, Toyota, Peugeot, Subaru, etc. dispuestos para correr en 70 etapas de los seis rallies europeos incorporados (Montecarlo, Grecia, Gales, Alemania, Finlandia y Suecia), muchas de esas etapas incansablemente solicitadas por la comunidad de fans de los Colin McRae Rally clásicos, recuerdos tan presentes en este juego que hasta en la edición Legend se incluye un documental del mítico piloto con mención a lo que fueron también aquellos juegos. Codemasters esta vez quería hacer las cosas bien y satisfacer feedback. Lo consigue.

Hablo de automóviles estrictamente bien diferenciados porque muy poco tiene que ver la respuesta fiel de un BMW cuesta abajo en asfalto mojado con plena fuerza bruta para no deslizar con las posibilidades de trazado perfecto de curva cerrada que facilita un Mini con sus bajos prácticamente rozando la arena o la fiereza precisa de un Peugeot 206 entre placas de nieve o hielo. La respuesta es asombrosa, pero también inexplicable. Lo dejaremos en fiel, coherente y muy satisfactoria, como hacía años que no tocábamos en videojuegos. Y siempre mirando a las épocas, pues se resumen 40 años de rally en un mismo juego, con pruebas y coches de los 70 hasta hoy.

La adaptación a las nuevas situaciones, clima, daños o superficies, y esa sensación de que vamos a batir el tiempo récord si aguantamos bien la presión y demostramos habilidad a los mandos son las claves

Esto con un control sin exigencias confusas o configuradores de prestaciones de los que desbordan. Con los gatillos, el freno de mano y la dirección se hace de todo, aun jugando con cambios de marcha en automático -lo recomiendo para centrarse en calcular, correr y disfrutar sin purismos que le resten emociones fuertes al mando/volante-. Han conseguido un mapeado de botones arcade sobre una gama de coches históricos que se comportan de maneras ultra realistas. Los ajustes de parámetros son los justos, los necesarios y con niveladores simples para que se noten de verdad los cambios. Hay títulos más sofisticados y obsesionados con esto.

Lo abrupto del terreno y el clima también juegan un papel esencial. Aquí el cambio de rasante o de superficie se siente de forma individual y única en las manos, los charcos varían la respuesta, la nieve acumulada frena en seco, la arena o la gravilla ayuda al deslizamiento, la lluvia crea placas resbaladizas a medida que caen más litros. El planteamiento físico es revolucionario. Todo esto hace que el copiloto, como compañero y aviso constante, tenga más protagonismo que en otros títulos donde solo está porque debe estar al hablar de rally. No tenemos la inolvidable voz de Luis Moya, claro, pero el nuevo asistente borda su papel poniendo atención sobre las duraciones y grados o inclinación de las curvas, sobre los terrenos farragosos, los tiempos o incluso los obstáculos eventuales. También un despliegue de tutoriales y vídeo-consejos para que vayamos perfeccionando la parte más táctica de toda prueba, viendo cómo tratar superficies concretas o aprendiendo cuál es el trazado más conveniente para curvas de condiciones especiales.

La estrategia y las decisiones tomadas obligatoriamente a la ligera son otro factor importante. Los daños no se renuevan de una etapa a otra, y optar a reparaciones supone gastar minutos de los 30 inicialmente disponibles. Pasarse conlleva segundos de penalización, por lo que a menudo sale mejor seguir con un amortiguador fallando que pararse a arreglar. Esto recuerda en todo a otros grandes videojuegos de rally. Y es que la victoria se esconde tras la astucia y la sangre fría, además de, claro está, una habilidad consistente y máximo cuidado a velocidades de vértigo.

Esta versión de consolas trae consigo -también para los que ya lo tienen en PC- un acuerdo ampliado con la FIA World Rallycross, lo que significa que al fin se cubre una de las ausencias del original, un modo oficializado para poder plasmar las etapas de las carreras de la federación internacional. No está todo lo aprovechado que nos gustaría ni supone un formato de juego principal y trabajado, que se aloja más bien en el modo Trayectoria Profesional. Pero, siendo justos, hay que tener en cuenta que también se añaden varios vehículos y algún extra. Lo cierto es que el paquete básico de la pasada Navidad en ordenador ya era goloso en modos, con una oferta de opciones Multijugador que no tiene nada que envidiar a los mejores del motor en materia competitiva consolera, como DriveClub o Forza Horizon 2.

Las pruebas junto a otros o contra sus tiempos a través de RaceNet, los desafíos periódicos divididos entre diarios, semanales y mensuales con especial peso de estos últimos, el modo por rangos y clasificaciones, las competiciones de largo recorrido y maratón de desgaste, las estadísticas comparables con otros, los puntos del juego para desbloquear más coches, circuitos, y hasta monos de los pilotos, etc. hacen de la experiencia online plena y satisfactoria, a impecables 60 frames por segundo y con un acabado gráfico que, sin ser lo más increíble que haya movido PS4 si se mira con lupa y en estático, en movimiento sí que consigue estabilidad y desenvoltura audiovisual absolutas sea desde la cámara que sea, siete entre externas e internas, sin rastro alguno de efectos fuera de lugar en un juego que presume de estar a la última y lo está sacando partido a las consolas. Hay otros de PS4 que se ven mejor, sí, Codemasters no ha querido pisar muy a fondo ahí a cambio de una jugabilidad y fluidez redondas. Tampoco la presentación de los menús y demás plantillas son nada del otro mundo, pero no importa demasiado en el conjunto. Es destacable el sonido de los motores y su comportamiento según los oigamos desde cámara interna o externa, un detallazo.

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