Para muchos fans, Assassin’s Creed IV Black Flag supone la cúspide de una franquicia que ha atravesado por buenos y por malos momentos, como es normal en un proyecto que cuenta ya con más de 10 años de andadura. Esta entrega desarrollada por Ubisoft Montreal no necesitó de más espacio en el tiempo dentro de la anualidad de la franquicia para brillar aún en la memoria de muchas personas, pues lo diferente de su planteamiento con la navegación a través de una gran cantidade islas del Caribe desterraba ese murmullo eterno que siempre reclama más tiempo de desarrollo para cada juego, buscando así la consecución de algo extraordinario. Sin embargo, la aparición al año siguiente de un Assassin’s Creed Unity desollado en las redes sociales por los bugs y la poca innovación de un Assassin’s Creed Syndicate posterior que dejó congelado a la mayoría, reavivó las peticiones de los fans más acérrimos en la ya imparable reclamación de sosiego, calma y mimo en el trabajo para el siguiente juego.
De ahí surge este Assassin’s Creed Origins tal como lo va a recibir todo el mundo en las tiendas, pero no porque todo esto nazca de ese año y medio extra de desarrollo, sino porque el tiempo añadido permite sellar la mayoría de fisuras que pudiera tener un trabajo que comprende muchos años de esfuerzos. Sin embargo, no solo con mostrar serenidad a la hora de terminar el proyecto está todo hecho; ni tan siquiera al exhibir en su finalización un acabado estable que termine por completo con el mal recuerdo de los fallos puntuales a nivel gráfico. Será en lo rompedora que sea la propuesta y en las novedades que disponga donde se marcará o no la diferencia; donde se creará ese efecto Black Flag que pueda satisfacer a todos aquellos que, casi dos años después, van a la tienda decididos a renovar la confianza en la que es ya una de las grandes franquicias de videojuegos de todos los tiempos.
Un mal inicio que mejora hasta el final del juego
Sin embargo, esto no ocurrirá en los compases iniciales de la historia, donde ese mismo equipo de desarrollo que hizo Black Flag falla estrepitosamente a la hora de plantear un argumento que no despierta ningún tipo de interés en las primeras horas de juego, dejando al usuario la responsabilidad de forzarse a avanzar para descubrir todo lo bueno que tiene que ofrecer el título después. Hay una ansiedad máxima por justificarle al jugador el año y medio de desarrollo mostrando inmediatamente las novedades más importantes, y el primer combate, la primera galopada en camello y las primeras misiones secundarias se precipitan rápidamente sin tiempo a estrechar ningún tipo de lazo con Bayek.
Éste y no otro es el problema principal que tiene Assassin’s Creed Origins, que no construye ningún tipo de relación entre el jugador y el protagonista hasta que no pasan unas 5 o 6 horas, tiempo más que suficiente hoy en día para que muchos abandonen la aventura antes de tiempo. Juegos como Horizon Zero Dawn suponen el perfecto paradigma de cómo iniciar un título de mundo abierto haciendo lineales las primeras fases, cimentando así una narrativa que hará de soporte sobre el que poder recorrer durante muchísimas horas el largo y ancho del mapa ofrecido.
Soberbia recreación del antiguo Egipto
Sin duda, esto es lo mejor que tiene para ofrecer Assassin’s Creed Origins, que desprende carisma por los cuatro costados por la época escogida, pero sobre todo por cómo se ha sido capaz de reproducirla de forma totalmente correcta y fiel. Más allá de los monumentos como templos, pirámides, efigies, monolitos, palacios y demás, las terrible inmensidad del desierto, la alegría visual que ofrecen los terrenos con agua dulce o la fauna y flora que campa de manera salvaje alrededor acaba por sellar una ambientación magnífica que hará las delicias de cualquiera.
Justo por eso se hace llevadero ir a caballo o en camello por regiones más salvajes, navegar por el Nilo o recorrer a pie las ciudades, aunque eso no nos haga renunciar al viaje rápido, por supuesto. Las estampas que deja el paisaje y las icónicas construcciones quemarán el modo foto y provocarán que el jugador gaste muchísimas horas de su tiempo consiguiendo la instantánea perfecta. Se crea incluso una necesidad de competir por tener la mejor captura al aparecer todas las fotografías que se hagan en el mapa para que la gente vote por ellas en caso de que sean de su agrado.
Por fin un sistema de combate a la altura
Así pues, el sigilo se equilibra con la acción, siendo ambas opciones igual de válidas para abordar cualquier situación. Si uno opta por pasar desapercibido, el juego ofrecerá soluciones lógicas para superar casi cualquier misión gracias a un diseño de niveles bastante bien ejecutado. En cambio, si se prefiere abordar todo desde el punto de vista de la acción o si se erra en el propósito de ser invisible ante el ojo enemigo, se disparará la dificultad al tener que hacer frente a muchos rivales, aunque ahora sí se podrá hacer con las garantías que ofrece un sistema de combate bien implementado.
De aquí directamente se deriva la novedad de usar un sistema de loot en armas y escudos acertado. Hay un aliciente interesante a la hora de conseguir herramientas de la más extrema rareza que aporten habilidades únicas como el veneno en ellas o el sangrado del enemigo. Rebuscar en cofres ocultos y conseguirlas, así como mejorarlas para que no pierdan la fuerza con el paso del tiempo y de los niveles, será también una tarea habitual. Aquí se crea una economía con sentido y con objetivos claros. Por un lado el conseguir monedas para evolucionar las armas y escudos, y por otro hacer acopio de pieles al cazar para mejorar la defensa y el ataque del personaje, al más puro estilo Far Cry.
Acierto en las misiones principales y secundarias
De hecho, hay cierto toque de The Witcher 3 y Horizon Zero Dawn en todo esto. Ubisoft le ha dado complejidad a cada pequeña trama, y los paseos de un sitio a otro encadenando acciones diferentes le sientan bien al juego. Se rescatan también cosas de otros títulos de la compañía, en concreto Watch Dogs 2 y Ghost Recon Wildlands. Podemos ver cosas de ambos en Senu, el águila que sirve para marcar a los enemigos o los objetivos. Pero también en la estructura de enemigos, que comprende un esquema claro para ir destruyendo poco a poco la trama de la Orden de los Antiguos y su clara influencia sobre Ptolomeo, el hermano y enemigo de Cleopatra en esta lucha por la restauración de Egipto.
También se agradecen los puzles o la incitación a la exploración en tumbas, ruinas, palacios y demás. Muchas de estos retos vienen acompañados con ciertos toques didácticos acerca de la cultura egipcia, como puede ser el embalsamamiento de los difuntos, los ritos funerarios, la mitología, las clases sociales, etc. Es el ejemplo perfecto de que es posible aprender jugando a videojuegos, y seguramente este Origins sea el primer título que hace esto tan bien. De agradecer también es la existencia de la iniciativa Discovery Tour, que permite que todo esto que uno se encuentra en las misiones principales y secundarias pueda verse y estudiarse sin la distracción de la acción o sin la sangre y la violencia que impide que los menores de edad se beneficien de todo lo que tiene que aportar este videojuego.
Genial distancia de dibujado y gran mimo por los detalles
Pero no todo es bueno. Hay poca mejora en las animaciones faciales, y eso le quita carisma y garra a ciertas situaciones que deberían ser más emocionantes de lo que se transmite desde el juego. Tras la polémica de Mass Effect Andromeda no puedo dejar pasar por alto este hecho, y esta entrega no experimenta una mejoría con lo visto en Syndicate, por ejemplo. Además, los planos para las cinemáticas no siempre son acertados, y contribuye de alguna manera a la crítica que lanzaba al principio del texto, y es la poca unión que existe entre el usuario y el protagonista.
Por otro lado, Ubisoft vuelve otra vez a realizar un trabajo descomunal en localización y doblaje. Se vuelven a destinar recursos enormes en traer el juego en español, y esta vez con el gran Jordi Boixaderas poniendo voz a Bayek, que sobresale por encima de cualquiera en su interpretación. Clara Lago en su papel de Cleopatra no lo hace mal, pero desde luego no está al nivel de la voz de Russell Crowe, pues en ocasiones se nota cierta sobreactuación en su papel. Lástima que la banda sonora, pese a tener buenos temas, no esté presente más a menudo en momentos importante, porque podría haber dotado de más solidez a todo el conjunto.
Assassin’s Creed Origins en el año de los mejores juegos de mundo abierto
Es posible que Assassin’s Creed Origins sea el mejor juego de la franquicia desde Assassins Creed III, el cual tengo el sonrojo de confesar que es mi favorito de toda la saga. Sin embargo, todas las novedades que comento están lejos de ser innovaciones rompedoras pues, al final, la franquicia se ha adecuado a lo que verdaderamente es un mundo abierto, adaptándose bien y con reflejos a las innovaciones últimas que han surgido. La mala suerte de este título puede estar en el momento de aparición, pues este año 2017 tiene con Horizon Zero Dawn y, sobre todo, con el excelente Zelda: Breath of the Wild dos grandísimos juegos del mismo género que están marcando y seguirán señalando la tendencia de lo que debe ser un buen título de estas características durante mucho, mucho tiempo.