Análisis The Evil Within 2
Bethesda cuenta bajo su sello con algunas de las sagas más llamativas del mundo de los videojuegos. El DOOM de id Software, The Elder Scrolls, los tres juegos de Dishonored de manos de Arkane… Pero también cuenta con un equipo bastante especial. Tango Gameworks, empresa fundada por Shinji Mikami, creador de Resident Evil. Con estos antecedentes, su primer juego, The Evil Within, causó mucha expectación, generando en el momento de su lanzamiento comentarios de todo tipo, desde los que amaron la propuesta hasta los que no terminaron de encontrarle el punto. Tres años después nos llega The Evil Within 2, que prometía superar todo lo que ya conocíamos. ¿Lo consigue?
La historia de The Evil Within 2 parte de un sitio bastante feo. En concreto, del final del primero… y sus DLCs. The Assignment y The Consequences ampliaban el final del juego, movimiento bastante cuestionable, la verdad. Para no entrar en demasiados detalles, la supuestamente fallecida hija de Sebastian sigue con vida y está en manos de Mobius, la organización detrás de la creación del programa STEM.
Camino sin cesar, detrás de la verdad
El grupo ha vuelto a poner en marcha la máquina, esta vez con Lily como Núcleo para la creación de un universo paralelo. En este caso, en lugar de un hospital, tenemos una bonita ciudad en medio de las montañas, Union. Unión tiene su iglesia, sus zonas verdes por las que pasear con nuestros hijos y unos pintorescos monstruos que parecen bastante ansiosos por despedazarnos. La misión de Sebastian es localizar a Lily, que ha desaparecido y está provocando que todo se venga abajo, además de dar con el equipo de búsqueda enviado para rescatarla y devolver Union a la normalidad.
A diferencia del primer juego, donde Mobius era una presencia en la sombra, en esta ocasión funcionan como aliados y villanos al mismo tiempo, con Kidman como soporte desde el mundo exterior. Por supuesto, aquí cada uno tiene sus propias intenciones y recordemos que Ruvik tenía unos poderes bastante interesantes, con lo que hay quien busca a Lily para sus oscuros intereses.The Evil Within 2 es muy continuista en ciertos aspectos, pero innova (dentro de sus posibilidades) en otros. Por un lado, mantiene las mecánicas de juego de rol con las que mejorar a nuestro personaje. Por un lado, tenemos el Gel Verde, que sirve para mejorar nuestras habilidades. Salud, Sigilo, Resistencia, Recuperación y Combate, a desarrollar para mejorar nuestras posibilidades de supervivencia.
Por el otro lado, tenemos las piezas de armas, que sirven para mejorar las numerosas herramientas que tendremos a nuestra disposición. En esta ocasión, el armamento es bastante más amplio que en el primer juego. Por ejemplo, contamos con cuatro pistolas a nuestro alcance, cada una con sus características, incluyendo una con silenciador. En general, nuestro personaje va a estar mejor armado que en la primera entrega.
Pero, donde más se diferencia The Evil Within 2 de su predecesor es en cómo se desarrolla el juego. En lugar de ser un título con espacios cerrados y tortuosos, con puntuales posibilidades de hacer algo opcional, la mayor parte de The Evil Within 2 funciona como una especie de juego de mundo abierto. Union es un pueblo bastante amplio y hay bastantes edificios a los que podemos entrar para encontrar suministros, coleccionables, nuevas armas o incluso activar misiones secundarias. Una vez llegados a un punto determinado del juego, que resalta como un faro en medio de la niebla, el título se vuelve lineal para evitar perder el ritmo. Pero por lo demás, podemos volver a visitar el pueblo para hacer casi todo lo que hayamos dejado pendiente, si bien el escenario va cambiando de forma periódica al avanzar en la historia. El único tiempo de carga que hay es el inicial y el breve que tiene lugar si entramos a la Médula, que conecta toda Union. Las transiciones entre zonas, por lo demás, son inmediatas.
Toda esta combinación resulta de lo más interesante, especialmente por cómo se han implementado los coleccionables secundarios. Sebastian es un personaje que, por razones obvias, quedó traumatizado psicológicamente por los sucesos de Beacon, y recoger diapositivas le ayudará a intentar enfrentarse a sus demonios… pero también provocará terribles apariciones. Las propias misiones secundarias sirven para ampliar un tanto la historia, detallando el destino de algún que otro personaje que ya conocíamos. Podrían haber sido algo más numerosas, pero es de agradecer.
Manual de cómo hacer una secuela
The Evil Within 2 mejora en casi todo a su predecesor. El argumento es más claro, la jugabilidad es más llevadera y se asemeja más, por compararlo, a lo que veríamos en The Last of Us que a un juego de terror propiamente dicho. La exploración y aventura juegan un papel fundamental en esta secuela y la verdad, el resultado es de lo más interesante. Quizás el único perjudicado sea el componente de terror y estrés que ofrecía el primero. En este caso sería algo, por razones bastante obvias para los que entiendan la referencia, muy similar a Resident Evil 4, con un equilibrio justo entre acción, exploración y terror.
Sin embargo, la experiencia sigue siendo magnífica. Jugando en una PS4 estándar no he apreciado la más mínima caída de frames, si bien ha habido momentos en los que la carga de ciertas texturas y efectos de sombras ha tardado un par de segundos, aunque ha sido en ocasiones contadas. La duración del juego, siendo este a fin de cuentas un survival horror, es bastante decente. Una primera partida en la dificultad básica, intentando dar con todos los contenidos opcionales, se me fue a las 22 horas, sin contar con el factor de rejugabilidad que aporta el conseguir todas las armas, mejoras y por supuesto, el modo Clásico, popularmente conocido desde la primera entrega como Akumu.
Si hay algo que reprocharle es el tema del evidente DLC con el que va a contar el juego, que casi parece planeado desde el final de The Evil Within. Es algo que comprenderéis si conseguís todas las diapositivas de la obra. Es algo que parece que ni siquiera tendrá relación directa con el argumento, pero desde luego, resulta un pelín molesto.