Análisis Gran Turismo Sport
La franquicia Gran Turismo fue durante mucho tiempo el ejemplo perfecto de cómo debe mejorar una saga entrega tras entrega dentro de un género que perdurará en el inexorable paso del tiempo. Podría decir incluso que la curva de evolución de las entregas aparecidas en la primera PlayStation y en PS2 fue prácticamente exponencial, apreciándose claramente que en los juegos con numeración par hay una mayor pronunciación en dicha línea. En cambio, con PlayStation 3 llegaron los problemas, con un Gran Turismo 5 que tardó años en llegar tras varios retrasos y un Gran Turismo 6 que, pese a su excelencia, aterrizó a destiempo, justo pocos días después de que saliera a la venta PlayStation 4.
Y al mismo tiempo, mientras Polyphony Digital iba luchando contra sí misma y su propia exigencia, Turn 10 (sobre todo) se iba abriendo hueco en la competencia, demostrando que el monopolio de la excelencia en la conducción no corresponde solamente al ingenio y creatividad del estudio japonés de PlayStation. Por ello, a finales ya del año 2017, Gran Turismo no es ya un título que se mire como referente dentro de la casi simulación de conducción en consolas, pero sigue despertando la curiosidad de los que saben que antaño la innovación y la perfección calzaban las ruedas puestas por Kazunori Yamauchi.
Gran Turismo Sport aguanta sobre sus hombros el peso de toda esta muy resumida historia. La responsabilidad de una franquicia tan veterana como conocida, pero también la asimilación de que otros han logrado resultados mejores y, casi siempre, en menor tiempo. Tal vez por esa razón este Gran Turismo es el que más rompedor con lo establecido para bien y para mal. Una reconversión seguramente momentánea que justifica que el apellido Prologue desaparezca y se empiece a usar uno que pasará a estar asociado con la competición.
El online como centro de todo
Tal es la reconversión en Gran Turismo Sport en su intento por sobrevivir y no quedar relegado a una posición menor tras la saga Forza Motorsport y Project Cars que se ha virado hacia el juego online de una forma total. Esta entrega no se entiende ni se puede disfrutar completamente si no se aborda desde la perspectiva de afrontar carreras contra otros usuarios en los modos que propone Polyphony Digital, pues el contenido para un solo jugador es tan escaso que destaca negativamente el modo campaña por ser el más limitado que se recuerda en cualquier entrega.
Y a pesar de todo lo que ha evolucionado el género y dicha franquicia con el paso de los años, Gran Turismo sigue demostrando que cuando aborda una situación trata de hacerlo con el máximo mimo posible. Si con algo he estado satisfecho durante todas las horas de análisis de esta entrega es con el empeño de Polyphony de luchar por un juego limpio en el que todo conductor respete al resto de rivales. Gran Turismo Sport dispone de medidas coercitivas disuasorias bien implementadas para tratar de evitar que cada carrera se convierta en un campo de batalla impracticable en el que brille más la brega que la conducción.
El juego es capaz de hacer dos cosas importantísimas para conseguir una experiencia de juego notable en el salvaje mundo de Internet. En primer lugar, clasifica la pericia del piloto para juntarlo entre usuarios de un nivel similar analizando el pilotaje del mismo. En segundo lugar, mediante el análisis del comportamiento del competidor, establece una calificación de su deportividad, impidiendo que los mayores kamikazes sean capaces de acceder a las competiciones más importantes en las que se pretende crear un contexto profesional y de respeto máximo.
Así, las diferentes opciones para entrar dentro de una partida online se apuntalan totalmente, minimizando el riesgo de que se el usuario que cumple las reglas de juego se frustre. Como opciones, es posible realizar carreras de hasta 24 jugadores que se actualizan cada 20 minutos, pero también entrar en campeonatos con diferentes fases en las que los premios son bastante apetecibles. Además, como suele ser habitual, se pone a disposición del conjunto de jugadores salas de juego en las que poder planificar carreras personalizadas al más mínimo detalle.
Contenido y opciones limitadas
Sin embargo, antes de atender a esos menesteres, el jugador se da cuenta de que este Gran Turismo Sport se parece más a un Prologue que a una entrega principal por los problemas que tiene en cuanto al contenido. Hablo de 162 coches y de 17 circuitos con hasta 40 variables posibles que no se verán afectados ni por cambios metereológicos, ni por el paso de las horas. De hecho, en la personalización de carreras uno puede elegir el momento del día, pero este permanece impasible y sin variaciones de ningún tipo mientras dura la carrera. Todo lejos, muy lejos de lo que uno se puede encontrar no ya sólo en los nuevos Forza Motorsport 7 o Project Cars 2, sino del último y olvidado Gran Turismo 6.
Algo similar ocurre con el modo campaña, que no se parece en nada a lo que se ofrecía en otras entregas; aunque con el paso de las horas uno coge perspectiva de lo que supone dentro del esquema de Gran Turismo Sport. Esta opción será la primera que todo jugador pruebe, y además se convertirá en imprescindible para acceder a otros modos de juego, como las competiciones online. Su mayor aportación al conjunto del título radica en la importancia que posee como tutorial, como anteriormente pasara con las pruebas de carnets o licencias. Ojalá muchos juegos de conducción o deportivos en general afrontaran un proceso tan necesario para el jugador como el aprendizaje de la misma manera que lo hace Polyphony. El único “pero” posible a todo esto sea tal vez los vídeos explicativos insertados directamente desde YouTube, que podrían haberse podido ofrecer también en doblaje al castellano.
Arcade es el otro gran apartado donde poder hacer todas las pruebas y ensayos necesarios alejados del núcleo central que supone el modo online. En este sentido, destaca también la posibilidad de personalizar las carreras incidiendo en aspectos poco habituales hasta ahora en la franquicia. A pesar, tal vez, de la sencillez aparente de este modo, será protagonista en más de una ocasión para mejorar el pilotaje antes de afrontar cualquier carrera o campeonato online. Además, la inteligencia artificial, aunque algo alejada de lo que se puede ver en juegos como Forza Motorsport 7, rinde bien su máximo nivel, y puede ser la ayuda perfecta para mejorar las marcas y la conducción de los vehículos día tras día.
Un sistema de progresión ejemplar
Y pese a todo, pese a la escasez de posibilidades fuera del juego online o lo limitado del contenido, Gran Turismo Sport, al igual que lo señalado con el sistema de control de juego limpio, da también ejemplo de cómo gestionar una buena progresión dentro del título. Rompiendo con la polémica acerca de las cajas de loot o los micropagos como casi necesidad para terminar un juego, esta entrega plantea una serie de objetivos de cara a que cada jugador se sienta recompensado por todo aquello que hace.
De esta manera, el juego lanza el mensaje de que ser fiel al título de forma constante otorga recompensas. Premios que llegan por acumular una determinada cantidad de experiencia o por correr ciertos kilómetros, entre otras cosas, y que se traducen en coches o complementos con los que disfrutar de forma paulatina.
Pequeño salto adelante en la conducción
Una de las buenas noticias que trae este Gran Turismo Sport es que se observa que Polyphony Digital está haciendo esfuerzos por desatascar la saga en el punto de manejo y conducción en el que estaba anclada desde Gran Turismo 5, prácticamente. Y ojo, no porque lo que había en aquel entonces o lo que hubo después en Gran Turismo 6 fuera mal, al contrario; pero el juego no puede quedar impasible (de nuevo) a lo que otras grandes franquicias han ido logrando durante todo este tiempo.
La mayor parte de las horas para el análisis de este juego las he pasado a los mandos de un Thrustmaster T300 RS, y las sensaciones han sido muy, muy buenas. Gran Turismo Sport te lanza el mensaje en cada coche de que deberás adaptar tu conducción a las prestaciones del mismo, siendo más sensible a la potencia del vehículo y a su peso, pero también a las irregularidades del terreno o el tipo de superficie. En este sentido, las físicas han sido ampliadas y mejoradas notablemente si se compara con su antecesor. Esto se nota, sobre todo, cuando se desactivan las ayudas a la conducción, donde el más mínimo fallo en condiciones de riesgo y agresividad extrema conduce al peor de los desenlaces. Podría ser más crudo el juego, sí, pero eso sería alcanzar un nivel de simulación al que Gran Turismo nunca ha querido (o no ha podido) acercarse.
Con el DualShock 4 las sensaciones son igual de buenas. De hecho, son mejores que las que dejaba Project Cars 2, como hemos podido comprobar en la oficina realizando diversas pruebas. Polyphony no se olvida de que no todos los jugadores disponen de espacio y dinero para colocar un volante en casa, y no hay mejor forma que reconocerlo que haciendo de Gran Turismo Sport un juego que pueda ser disfrutado también de la forma menos óptima posible.
A la vanguardia visual
Y como suele pasar casi siempre, esta entrega de Gran Turismo también destaca por el apartado visual. La enfermiza obsesión de Yamauchi por ofrecer coches fotorrealistas tanto por dentro como por fuera tiene como resultado modelados increíbles que en el modo foto hacen a uno preguntarse si lo que está viendo es algo real o no. Al mismo tiempo, la iluminación del título es sorprendente y con poca comparación con nada de lo visto hasta ahora. Aunque claro, el hecho de que el título no tenga cambios meteorológicos hace que se puedan reforzar ciertos aspectos. Sigue una de las grandes carencias de la franquicia también en el sistema de daños, que de forma interna funcionan bien, pero que son casi inexistentes en los estético.
El juego es elegante al extremo, tanto en los menús como en la música que suena. Marca de la casa son esas melodías suaves y tranquilas que acompañan al jugador por las diferentes opciones del título, y que sirven para seguir marcando la diferencia en carisma con respecto al resto de sagas que buscan algo similar dentro de este género. También mejora el sonido de los motores y la sensación de vibración que deben transmitir, algo que siempre ha sido un pequeño problema en esta franquicia.
En cuestión de números, este Gran Turismo Sport se mueve a 60 FPS y 1080p en una PlayStation 4 estándar, mientras que se llega al 4K escalado desde los 1800p en PS4 Pro. Pero más allá de la resolución, hacerlo funcionar en una tele con HDR es un auténtico espectáculo. Ya he comentado en alguna ocasión que el HDR bien implementado puede ser un factor diferenciador a nivel visual mayor que el hecho de que los 4K sean o no nativos, y este es uno de esos casos.