Análisis Hellblade: Senua’s Sacrifice
Ninja Theory es un estudio que, bajo este nombre, empezó con los videojuegos durante los primeros años de PS3. Dejando atrás su etapa como Just Add Monsters, renacían en la anterior generación de Sony con Heavenly Sword. Y ahora, tras un par de años de trabajo desde su anuncio, presentan el que sin duda será su próximo juego de culto. Desde el pasado día 7 ya tenéis a vuestro alcance Hellblade: Senua’s Sacrifice, algo muy, muy diferente a casi cualquier cosa que hayáis jugado.
Pinceladas de una historia mucho más grande
Hellblade comienza sin ponernos en grandes antecedentes sobre dónde o por qué está nuestra protagonista donde está. Esto implica que es necesario haberle prestado algo de atención a la campaña de promoción para saber qué sucede. La idea es la siguiente. Senua, nuestra protagonista, es una guerrera celta que ha visto morir a su pareja. Colgando de su cadera lleva su cabeza, que nos explican es la única manera de recuperar su alma, ahora en manos de Hela, diosa del Inframundo nórdico.
Así pues, el personaje se embarca en un viaje tan físico como espiritual, con el objetivo de recuperar aquello que le ha sido tan injustamente arrebatado. Pero, ¿qué es real y qué no? Senua es un protagonista muy atípico. Está mentalmente desequilibrada, atormentada por una serie de enormes traumas de su pasado que iremos conociendo a medida que avancemos en la historia. Esto nos lleva a la situación en la que está ahora mismo, en la que tiene siniestras visiones. Además, nos pasaremos la aventura escuchando las voces que tiene en su cabeza y la susurran siniestras ideas sobre lo que debería o no hacer.
Hay que destacar que este detalle sobre los problemas mentales de Senua ha sido fruto de un trabajo impresionante por parte de Ninja Theory. Echad un vistazo al documental de media hora parte del making of del juego para ver hasta qué punto han llegado por no crear un esperpento ni una representación equivocada sobre lo que es la gente con enfermedades mentales. No se trata de un simple trabajo de documentación, sino de un profundo estudio sobre la psique humana que se ha traducido en una experiencia sobresaliente.
Fuera de la zona de confort
Desde Heavenly Sword hasta ahora tenemos siete juegos de por medio por parte de Ninja Theory. Aquel juego no consiguió el éxito que debería, y algunas mecánicas no gustaron tanto como, por ejemplo, la que hacía uso del Sixaxis, esa rápidamente olvidada función del mando de PS3. En ese tiempo el estudio ha crecido como equipo y ha aprendido mucho, pero no esperéis uno de sus títulos tan centrados en la acción. En su lugar, Hellblade: Senua’s Sacrifice busca dar al jugador algo en lo que pensar, y precisamente de pensar va la cosa.
El título se desarrolla de forma lineal, avanzando por todas las zonas que componen la aventura. Cada una de ellas se puede componer de tres cosas. La primera es el combate contra distintos enemigos. El sistema de combate es relativamente básico, pero entretenido. A nuestro alcance tenemos tres ataques básicos: uno fuerte, uno rápido y uno que sirve para romper guardias. Obviamente esto se puede combinar para hacer cadenas de ataques con distintos remates, ataques en carrera y esquives. Aunque lo más efectivo será siempre el denominado perfect parry de otros juegos, la clásica defensa en el último momento para lanzar un devastador contraataque después.
El combate, no obstante, es bastante simple y la mayoría de veces, en cuanto cojas un poco de práctica, será básicamente hacer contraataques para eliminar a los enemigos tan rápido como puedas. Obviamente, los combates contra los distintos jefes que tiene el juego aportan mecánicas concretas en cada uno de ellos, aunque eso os lo dejamos descubrir a vosotros.
La segunda cosa de las que se compone cada zona son las secuencias en las que se nos va contando la devastadora historia de Senua. Pero nos reservamos la mejor para el final: los puzzles y acertijos del juego, que requieren una mención aparte.
Es todo cuestión de puntos de vista
Ninja Theory ha hecho un trabajo sobresaliente en lo que se refiere a los acertijos que componen cada una de las zonas. Senua tiene a su disposición una habilidad que le permite «concentrarse» en un punto y a partir de ahí ver cosas en el entorno más cercano que a simple vista no resultan llamativas. El puzzle más habitual consiste en buscar por la zona algo que nos sirva para reproducir los glifos con los que una puerta está sellada.
Esto puede llevarnos a tener que buscar el ángulo exacto desde el que, por ejemplo, la rama rota caída de un árbol junto con la viga de una casa y la sombra que proyecta una columna forman una P similar a la runa de la puerta. Se trata de un ejemplo un tanto complicado de entender en su concepto, pero posiblemente sea la manera más simple de explicarlo. Más adelante, la cosa se va complicando un poco más, teniendo que reconstruir puentes o hacer aparecer pasadizos ocultos en puertas al mirar escombros desde un ángulo y posición exactos. Todo cuestión de puntos de vista.
Obviamente, esto no son más que dos ejemplos generales de las cosas que nos encontramos repartidas por todo el juego. Cada zona tiene, aparte, sus propias mecánicas. En una, por ejemplo, cada vez que cruzamos una serie de arcos por el escenario el entorno cambia, otro nos permite viajar entre el pasado y el futuro de una construcción, tenemos que evitar la oscuridad para no ser eliminados por una criatura…
Ninja Theory ha hecho un trabajo soberbio en este aspecto, llega un momento en el que no echas de menos ni un momento una mayor carga de la acción que al principio puede resultarte algo molesta. Pero, cuando llegas al final, sin ningún tipo de duda no te sientes decepcionado ni lo más mínimo.
Limitaciones técnicas
A nivel técnico y teniendo en cuenta que el juego se mueve con el Unreal Engine, el trabajo es bueno, pero por supuesto mejorable. Prácticamente todo el trabajo y la carga poligonal se centra en Senua, no os paréis a mirar con detalle las texturas de lo que os rodea, porque entonces quizás os llevéis una pequeña sorpresa que podría decepcionaros. Si por ejemplo os paráis a mirar con detenimiento un árbol, son bastante feos. Eso sí, no tenemos caídas de frames, tirones ni nada por el estilo. En dos partidas completas, un único glitch visual consistente en un «parpadeo» que hizo ver una puerta cerrada que realmente no lo estaba, pero nada más.
La gracia del asunto es que Ninja Theory ha sabido usar un recurso como es el de la iluminación, bastante buena, para conseguir tanto disimular este defecto como para aumentar la sensación opresiva del título. Tampoco esperéis un trabajo lo que se diría soberbio, pero cuando pasas por una zona iluminada con luz natural será imposible que no te pares a admirar el increíble trabajo artístico. Y cuando pases por una zona a oscuras… entonces sabrás lo que es la oscuridad de verdad.
Mención especial al apartado sonoro, simplemente terrorífico. Jugar esta experiencia con auriculares, tal y como te recomiendan al principio del propio juego, es algo que puede desquiciar al más pintado. Las voces que Senua oye en su cabeza resonorán en la nuestra, muchas veces varias a la vez, unas viniendo de frente, otras de un lado, otras por detrás… realmente desquiciante.
No tan corto y aún más intenso
La conclusión es que Hellblade: Senua’s Sacrifice es, ni más ni menos, la sorpresa anunciada con la que contábamos. Olvidaos del asunto de las 8 horas, porque sólo os durará eso si sabéis a por lo que vais. La duración de una primera partida puede rondar fácilmente el doble porque en más de una ocasión simplemente os quedaréis mirando el paisaje o buscando la solución a ese penúltimo acertijo que os tiene bloqueados.
Sí, podría durar más, podría tener más acción, podría ser técnicamente superior. Pero la relación entre la duración, la calidad y el precio del juego es simple y llanamente perfecta. He contado además con el placer añadido de disfrutar del juego con una licenciada en psicología como compañía, lo que en determinados puntos me ha permitido contar con un punto de vista un tanto más profesional con respecto al tema a tratar en este juego tan atrevido y que espero, de todo corazón, se convierta en uno de los títulos del año.
Una última mención especial al tema del «permadeath», esa mecánica que supuestamente hace que la partida se borre si morimos demasiadas veces y que tanto ha dado que hablar ayer. Es posible que después de todo esta mecánica no sea «real», o quizás haya habido algún problema al implementarla. Pero se trata de una amenaza directa, clara y sin ambigüedades que se nos hace desde el principio y como todo el conjunto, juega un papel fundamental en tu manera de disfrutar de la aventura, os lo garantizo.
En conclusión, si estás buscando algo diferente de lo habitual, que te haga pasarlo mal de forma genuina, hasta que llegas a sufrir por el protagonista, hasta que te aterra la idea de seguir avanzando por no hacer que sufra más, Hellblade es lo que buscas.