Resident Evil de Netflix | Reflejo del eterno caos de las adaptaciones de videojuegos

El error se repite una y otra vez.

No nos vamos a engañar, desde que se anunció la serie de Resident Evil de Netflix que se estrenó hace pocos días, a los aficionados de la saga no nos generó mucha expectativa por lo que se nos contaba de buenas a primeras del argumento del producto.

Imaginarnos a Wesker como un padre soltero, más allá de su cambio racial que es quizás lo que menos empaña a la producción en general, era una idea bastante complicada de plasmar en el imaginario de los fans de la IP de Capcom; por lo distante que suena del imponente villano que conocemos de toda la vida.

Sin embargo, y como casi siempre ocurre con las adaptaciones, muchísimos fans han sido benévolos y al menos le han dado la oportunidad a la serie, como yo, y al menos intentaron ver sus primeros minutos; que confirmaban inmediatamente lo que ya todos presentíamos.

La serie tiene mucho de la agenda de Netflix y poco de Resident Evil, y tal problemática se va ensanchando cada vez más durante sus ocho episodios.

Aviso, habrá algún que otro spoiler de la trama para explicar ciertos temas, así que te recomendamos leer con precaución si tienes la intención de ver la serie.

Trama a dos tiempos, pero de escasa profundidad.

Explicando por encima, para aquellos que no estén tan empapados del tema, la serie es mayoritariamente protagonizada por Jade y Billie Wesker, dos hijas que Albert Wesker se ha dedicado a criar en solitario, mientras trabaja como una de las piezas clave de la corporación Umbrella.

La serie es contada a dos tiempos, el primero en el que Jade y Billie tienen 14 años y acuden a la secundaria; y el otro en el que Jade ya es mayor de edad y el mundo está sumido en el apocalipsis zombi que todos conocemos, pero con un alcance mucho peor que ha dejado a solo unos cuantos de millones de personas vivas en el planeta.

Dicho esto, la idea de contar la historia a dos tiempos no es mala sobre el papel, pero la ejecución ha sido su principal problema.

La importancia que tienen los dos tiempos en el argumento es demasiado dispar, enfocándose demasiado en lo que sucede en el pasado, cuando Jade y Billie eran adolescentes, y solamente mostrándonos un bucle eterno de Jade en el presente intentando escapar de Umbrella y sus secuaces.

Los detonantes de cada situación ‘clave’ de la serie vienen reiteradas malas decisiones de los protagonistas, al punto tal que se vuelve predecible para el espectador esperar que todo lo que harán los personajes lo harán mal para intentar alargar más el argumento.

Empatizar con los personajes también se hace muy difícil por el mismo punto, sin mencionar que los guiones y diálogos tampoco son muy sorprendentes que se diga.

Al final, ni siquiera se terminan conectando del todo los eventos de las dos tramas, y uno de los sucesos más importantes de la parte final se explica de una forma banal e incongruente que poco tiene que ver con todo lo que transcurrió en la serie.

Mucha corrección política, poco ingenio.

La ‘agenda de Netflix‘ se hace sentir desde los primeros minutos de la serie, el veganismo y la conciencia animalista son factor diferencial en los primeros dos capítulos.

Y es que todo el conflicto de la serie se echa a andar por las ganas de Billie Wesker de denunciar a Umbrella por maltrato animal, que es quizás la maldad más ínfima que comete Umbrella en sus laboratorios.

Otro conflicto de Billie en la secundaria se origina porque es vegana y, más allá de las razones en sí, lo que realmente sienta mal es que se nota demasiado forzada la inclusión de ambas posturas como parte fundamental de la historia.

Que quede claro que ser vegano y animalista no tiene nada de malo, pero cuando sin mucha razón este tipo de cosas se incluyen en el argumento de una serie que lleva por nombre Resident Evil, por supuesto que se sentirá que están fuera de lugar.

Y es que el probable apocalipsis zombi queda casi siempre en segundo plano frente a otras situaciones, tanto así que nunca se muestra por qué y cuándo ocurrió esta catástrofe.

Por supuesto, la intención es responder las interrogantes con una segunda temporada, pero habrá que ver si se hace realidad con tantas duras críticas que ha recibido.

Personajes incoherentes y con poco carisma.

Empecemos por lo bueno, en materia de personajes la actuación de Lance Reddick es la que intenta salvar la serie y el verdadero listón alto de la producción.

Reddick nos deja, sin dudas, las escenas más divertidas de la serie y también demuestra aún más sus dotes como actor a partir del capítulo 7, sin mencionar que el personaje de Wesker fue el mejor construido de toda la serie y coherente de toda la serie.

Lamentablemente, el resto de actuaciones no están al nivel de la de Reddick, más que todo por tema de guion que por performance en general, ya que los actores y actrices poco tenían que hacer con personajes tan planos y faltos de carisma.

Otro de los problemas de la serie es que los personajes toman decisiones y actitudes incoherentes con relación al comportamiento que mostraron minutos atrás.

De un momento para otro los personajes toman actitudes irracionales y empiezan a generar problemas desde donde no los había, sintiéndose extremadamente forzado y mal conectado.

Errores de producción notorios.

En redes sociales ya han circulado varios errores de producción que denotan la falta de mimo que tuvo la serie por parte de sus responsables.

Que Jade Wesker haya sido capaz de hacer una videollamada utilizando Microsoft Paint y sin estar conectada a internet es un error que no debería haber sido pasado por alto.

Jade rompiendo uno de los vidrios de un camión blindado a patadas para escaparse de las criatura es otra de esas situaciones que parecen un tanto irreales.

Y si de irrealidades hablamos, el comportamiento de las criaturas varía demasiado, siendo demasiado agresivas en un momento y pasivas en otros, según le convenga a la trama.

Los planos de algunas escenas como la de las cámaras en la casa de Wesker no son acertados, pues ni queda muy claro donde están ubicadas y por qué las hermanas las esquivan cómo lo hacen, la situación se vuelve confusa y hasta humorística por momentos.

Se repiten los mismos errores de hace décadas.

La escasa relación de la serie de Resident Evil de Netflix con el argumento y puntos clave de los videojuegos me ha hecho recordar el sonadísimo caso de Atari y el videojuego de E.T que casi lleva a la quiebra a la industria en los años 80, por haber creado una bazofia de producto solo por venderlo por su nombre, solo que en esta ocasión sería a la inversa.

La voracidad por generar dinero a cuestas de franquicias famosas está siendo una tendencia en el mundo audiovisual en los últimos tiempos; y Resident Evil ha sido de las más salpicadas con la más reciente película y esta serie.

Ponerle el nombre de una IP famosa a un producto mediocre no hará que sea menos mediocre, al contrario, puede perjudicar tanto al producto como a la IP y a su compañía tenedora, en este caso Capcom.

Repetir por décadas este error ha hecho que la gente espere lo peor de las adaptaciones de videojuegos, sobre todo si provienen de Netflix en la actualidad.

La mala fama que se han ganado las películas de videojuegos se la debemos toda a productos como esta serie de Resident Evil, de corta inspiración y relación con una franquicia tan icónica desde hace más de dos décadas.

Por ello, si se mantiene esta tendencia, no se detendrá la espiral de malas críticas y decepción por parte de los aficionados; que siempre mantendremos la fe de que alguna de las adaptaciones de Resident Evil le haga justicia, aunque cada vez se ve más lejano.

Afortunadamente, en la actualidad ya existen buenos ejemplos de adaptaciones como las dos películas de Sonic the Hedgehog o el Detective Pikachu, esperemos que las compañías las tomen como referente en sus próximos trabajos.

Y a ti, ¿Qué te ha parecido la serie de Resident Evil de Netflix?